La Hermandad de los Fossores de la Misericordia nació en 1953 de la mano de José María de Jesús Crucificado, quien tenía "inquietud" por guardar a los difuntos. Se encargaba del cementerio de una ermita de Córdoba hasta que, un día, habló con un sacerdote de Guadix y empezó a enterrar a los muertos allí, tarea a la que le siguieron otros.
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Es la orden de los Hermanos Fosores de la Misericordia una de las más curiosas de la Iglesia Católica. Sus frailes se dedican al cuidado de los cementerios y de los difuntos. Condenada a extinguirse por falta de vocaciones religiosas, el número de hermanos casi se puede contar con una mano, repartidos en dos monasterios de Guadix y Logroño.
Hablamos con el hermano Hermenegildo, superior de la congregación del municipio granadino. Un hombre que, dado su singular trabajo, ha atesorado un conocimiento sobre la muerte de gran utilidad para el resto de los mortales.
Es la orden de los Hermanos Fosores de la Misericordia una de las más curiosas de la Iglesia Católica. Sus frailes se dedican al cuidado de los cementerios y de los difuntos. Condenada a extinguirse por falta de vocaciones religiosas, el número de hermanos casi se puede contar con una mano, repartidos en dos monasterios de Guadix y Logroño.
Hablamos con el hermano Hermenegildo, superior de la congregación del municipio granadino. Un hombre que, dado su singular trabajo, ha atesorado un conocimiento sobre la muerte de gran utilidad para el resto de los mortales.